Las dimensiones culturales y los valores del mundo
1 de Setiembre de 2020, by Pau
Después de seis meses adentrados en la pandemia de la Covid 19, estos días parece inevitable comparar la gestión de unos países con otros; miramos quien tiene un mayor número de infectados, qué medidas están tomando algunos Gobiernos mientras otros optan por opciones distintas, comparamos los hundimientos de los PIBs, la deuda pública acumulada, e incluso ante la necesidad de subir impuestos, en qué porcentaje se fijan los distintos parámetros impositivos para analizar si son equitativos en un país en concreto. Analizamos también cómo se comportan los ciudadanos de cada nación; si salen más por la calle, si se protegen de forma distinta, si obedecen lo que les dicta su autoridad, o si se registran en una app de rastreo. Hay múltiples variables distintas a observar pero siempre, siempre y sin excepción, quien lo hace tiende a evaluar cómo lo estamos haciendo “nosotros” contra los “demás” mediante la lupa que nos hemos provisto al nacer y criarnos en una parte concreta del planeta. La lupa, el cristal por el que analizamos cada acción, comportamiento, o evaluamos un hecho, son nuestra cultura y nuestros valores. No podemos ser 100% objetivos sobre una gestión porque lo miramos siempre mediante un filtro conductual y cultural. Pero ¿qué son los valores y la cultura?, ¿qué significan realmente y porqué marcan nuestra percepción de todo? Los valores son cualidades que atribuimos a objetos u acciones en base a una interpretación que hacemos sobre su utilidad, deseo, importancia, interés o belleza y esta interpretación viene fuertemente marcada por el grupo social y las experiencias de cada individuo. Son valores la eficiencia, la puntualidad, la rigurosidad, la igualdad, la seguridad, el esfuerzo o el coraje, por ejemplo. La cultura se cimienta en los valores grupales y se extiende por los ritos (como la forma de saludarse), los símbolos (como las banderas o lugares de una región), o los héroes (que ejercen de “role model” en la sociedad), todos determinan conjuntamente unas prácticas y forma de proceder concretas de un grupo. Es por este motivo que ante un mismo problema como es la pandemia, cada país u organización opta por un abanico de soluciones distintas ya que su interpretación del mundo les conduce a determinar qué puede ser válido y qué no. Lo que estamos observando estos meses es meridianamente claro: para solucionar una pandemia hay paquetes de valores sociales más útiles que otros y, en consecuencia, hay sociedades que se ajustan mejor a los condicionantes de este problema para solucionarlo mejor. Ante esta definición y descripción me he estado preguntado últimamente ¿se pueden medir o comparar los valores? ¿son muy distintos entre países cercanos? E incluso ante una situación tan disruptiva como la actual me cuestiono: ¿los valores de un colectivo pueden mudar rápidamente? La utilidad de estas preguntas es, que si conociéramos la respuesta, podríamos tomar mejores decisiones en función del país u organización donde estemos porque entenderíamos “el filtro” por el que se evalúan las cosas y se valoran. Apreciar los valores distintos fomenta el entendimiento y la toma de decisiones conjunta cuando ésta es necesaria (piensen en la EU, por ejemplo, con sus barreras norte-sur). Desconocerlo nos arroja a un mundo de juicio ajeno, frustración e incomprensión mutua. El objetivo único de este post es reflexionar sobre todo ello y analizar qué ideas útiles podemos extraer de la reflexión.
Para empezar a responder las preguntas planteadas nos tenemos que situar en el año 1967 en un despacho de la multinacional IBM, fabricante de computadoras en esa época, que había desarrollado dos años antes el novedoso y disruptivo sistema de computación IBM S/360 y buscaba aplicaciones de uso como parte de su estrategia comercial. A veces con los productos revolucionarios ocurre esto; el fabricante debe mostrar a sus clientes ejemplos de uso ya que éstos todavía ni se imaginan las ventajas que les puede conllevar. Y en este punto de nuestra historia aparece un protagonista dispuesto a encontrarle un uso a los nuevos ordenadores tipo mainframe, el Doctor Ingeniero Geert Hofstede, ingeniero mecánico con un doctorado en psicología social situado en la oficina de los Países Bajos. El Dr. Hofstede, holandés de nacimiento, tenía un interés por las diferencias entre culturas fomentada por sus viajes y experiencias como miembro de distintas compañías multinacionales. Además, formaba parte del departamento de Recursos Humanos de la multinacional cuando vio la oportunidad de juntar sus investigaciones pasadas, sus intereses, la potencia de los nuevos ordenadores y su papel dentro el departamento para crear encuestas de opinión a los empleados y evaluar conductas, estados anímicos y estudiar posibles variables que afectaran al rendimiento y composición de la plantilla a nivel mundial. Le dejaron crear un departamento especial en la compañía, el Personnel Research Department, y empezó a utilizar las nuevas máquinas para enviar, recoger y analizar miles de datos incluidos en los formularios respondidos por parte de los empleados del conglomerado. Con la potencia de las nuevas máquinas el Dr. Hofstede llegó a analizar más de 70 países y llegar a 100.000 empleados, y en 1971, su trabajo era ya una de las bases de datos más grandes a nivel transnacional que existían en el mundo. Ante tal cantidad de datos y la presión del trabajo diario, el Dr. Hofstede no tenía tiempo de dedicar esfuerzos a su familia, sus investigaciones y/o intereses y decidió cogerse dos años sabáticos para tomar perspectiva sobre todo lo acaecido. Fue durante este periodo que tuvo la oportunidad de continuar sus investigaciones compaginándolo con la docencia en la escuela de negocios Suiza de reciente fundación, el IMD de Lausanne, donde repartió a sus estudiantes internacionales los mismos cuestionarios que había utilizado en IBM. Fue en esas aulas donde observó que los patrones se repetían de alguna forma, aunque todavía no sabía cuál exactamente. A su vuelta a su trabajo en la multinacional ésta se negó a financiarle sus investigaciones de nuevo, y ante su insistencia, el Dr. Hofstede decidió no continuar sus iniciativas allí (aunque le permitieron llevarse la ingente base de datos para que pudiera continuar con sus trabajos). Son estos siguientes años, entre 1973 y 1979, mientras salía y entraba de Universidades y Think Tanks, que el Dr. Hofsetde se dedica a analizar, correlacionar datos, compartir con otros académicos y clasificar todos sus documentos para acabar definiendo seis dimensiones culturales que definirían las sociedades y sus comportamientos (inicialmente fueron cuatro, pero fueron refinándose con la ayuda de otros profesores como el Dr. Minkov). Fue la mente de un ingeniero convertido a psicólogo la que tuvo la necesidad por primera vez de estructurar algo tan etéreo como son los valores que inducen los comportamientos humanos y sus diferencias. El Dr. Hofstede organizó las correlaciones matemáticas de valores alrededor de la necesidad de responder seis preguntas principales que marcan la forma de actuar de una sociedad. Son las siguientes:
- ¿Cuánta igualdad/desigualdad debería haber entre nosotros?
- ¿En qué grado somos dependientes de nuestra familia (o familia extendida)?
- ¿Cuánto miedo tengo a la gente/objetos desconocidos o a las nuevas ideas?
- ¿Debe sentirse y comportarse un hombre diferente de una mujer?
- ¿Nos focalizamos en el pasado, presente o futuro?
- ¿Debemos pasárnoslo bien en la vida o ser serios?
Formulándolo de otra manera, el Dr. Hofstede puso nombre a estas preguntas que bautizó “Dimensiones” y se dedicó a puntuar cada una de ellas del 0 al 120 en función de las respuestas a los cuestionarios y cómo se relacionaban éstas con los valores que las representaban. Nacen así las “Seis dimensiones de Hofstede” como primer marco conceptual en la historia para guiarnos en las diferencias de comportamiento entre culturas. Las seis dimensiones de nueva creación serían:
- Distancia al Poder o Distancia Jerárquica (Power Distance Index – PDI)
Se refiere a cómo una sociedad acepta la distribución del poder en las distintas instituciones y organizaciones. Los países con distancia jerárquica baja favorecen las organizaciones descentralizadas, mientras que los países con distancia jerárquica alta se acepta mejor una autoridad centralizada en la sociedad. También se puede definir como el grado en el que miembros ‘menos poderosos’ de una sociedad aceptan la existencia de diferentes niveles de autoridad, es decir los individuos de una cultura se conforman y aceptan que el poder sea distribuido de una manera desigual. Una puntuación alta sugiere que habrá individuos con mucho más poder que otros. En países con elevada distancia jerárquica los individuos aceptan la desigualdad y el lugar que ocupan dentro de la sociedad, además conocen y están de acuerdo con las jerarquías formales. Una puntuación baja refleja la perspectiva de que la gente debe tener obligaciones y derechos iguales. Las naciones latinoamericanas y árabes están catalogadas, en general, como las que puntúan más alto en esta dimensión. Las culturas anglosajonas, escandinavas y germánicas son las que puntúan más bajo, lo que quiere decir que existe igualdad entre los individuos de la comunidad
- Individualismo (Individualism – IDV)
El individualismo es contrastado con el colectivismo, y se refiere al grado al que la gente espera valerse por sí misma o, alternativamente, actuar principalmente como miembro de un grupo u organización. El individualismo y el colectivismo son el grado en la que los ciudadanos valoran la autonomía y el compromiso con las reglas de la sociedad y lealtad a un grupo al que el individuo pertenece. Una puntuación alta significaría que los individuos velan por sus necesidades, valoran el éxito personal y prevalecen sus intereses personales. Por otro lado, una puntuación baja, los colectivistas comparten el sentido de partencia dentro de un grupo; los intereses colectivos son más importantes que los intereses personales, y es importante la jerarquía y las relaciones con los demás individuos. Por ejemplo, los países anglosajones, con Estados Unidos a la cabeza, son las sociedades más individualistas. En el lado opuesto, encontramos algunos países sudamericanos como Venezuela, Colombia o países asiáticos con alto nivel de desarrollo económico como Taiwan, Singapur o Corea del Sur.
- Control de la Incertidumbre (Uncertainty Avoidance – UAI)
Es la tolerancia hacia lo que no es certero y ambiguo, como lo es el futuro, y por eso la sociedad trata de evitarla. Refleja el grado al que una sociedad acepta la incertidumbre, los riesgos, y en qué medida se sienten cómodos o no haciendo algunas actividades estructuradas. Por ejemplo, una baja puntuación en este índice muestra que la población de ese país es emprendedora, es más propensa a tomar riesgos y menos independiente. Singapur, Dinamarca, Hong Kong o Suecia se encuentran en las últimas posiciones a nivel de puntuación. Contrariamente, encontramos las culturas que tienen un alto índice de control de la incertidumbre, los cuales les gusta la estabilidad, reglas y normas sociales, y no están a gusto tomando riesgos. Éstas son las de cultura latina, Grecia y Portugal liderando el ranking, Japón, Rusia, Bélgica o Polonia serían países que puntuarían alto en esta dimensión.
- Masculinidad (Masculinty – MAS)
El lado masculino de esta dimensión representa la preferencia en la sociedad por los logros, el heroísmo, la asertividad y la recompensa material por el éxito. La sociedad en general es más competitiva. Su opuesto, la feminidad, se refiere a una preferencia por la cooperación, la modestia, preocuparse por los débiles y la calidad de vida. La sociedad es general está más orientada a llegar a consensos… Según Hofstede, el término ‘«masculinidad’» está creado para una sociedad en la que los roles de género sociales son claramente distintos: los hombres deben ser asertivos y duros y estar centrados en el éxito material; las mujeres deben ser modestas y sensibles y estar preocupadas por la calidad de vida. El término «Feminidad» está creado para una sociedad en la que los roles de género social se superponen: hombres y mujeres deberían ser modestos, tiernos y preocupados por la calidad de vida. Países con alta masculinidad serían países del este de Europa, Japón y algún país latinoamericano. Países con más feminidad en lado contrario, encontraríamos todos los países nórdicos en Europa.
- Orientación a largo plazo (Long-term Orientation – LTO)
Se refiere a la importancia que da una cultura a la orientación de la vida a largo o corto plazo en relación con cualquier actividad. Debe tenerse en cuenta que los conceptos de orientación a largo plazo y orientación a corto plazo abordan las diferentes formas en que las culturas ven el tiempo y la importancia del pasado, presente y futuro. La orientación a largo plazo se enfoca en virtudes orientadas a recompensas en el futuro. Estar dispuesto a retrasar el éxito social a corto plazo o incluso la gratificación emocional a corto plazo para prepararse para el futuro. Si se tiene esta perspectiva cultural, se valora la persistencia, la perseverancia, el ahorro y la capacidad de adaptación. La orientación a corto plazo se centra en el presente o en el pasado y se los considera más importantes que el futuro. Si se tiene una orientación a corto plazo, se valora la tradición, la jerarquía social actual y el cumplimiento de obligaciones sociales. Importa más la gratificación inmediata que la satisfacción a largo plazo. Las culturas que demuestran esta orientación centrarán sus esfuerzos y creencias en cuestiones relacionadas con el corto plazo, tales como el cumplimiento de obligaciones sociales. Los países asiáticos más avanzados están en los primeros puestos del ranking junto con Alemania en esta dimensión que concluye con los países africanos y los países latinoamericanos en general.
- Indulgencia vs Contención (Indulgence vs Restraint – IVR)
Esta dimensión se configura en la medida en que las sociedades y las culturas valoran un estilo de vida holístico. Esto repercute sobre la medida en que las personas intentan controlar los impulsos en función de la forma en que se generaron, lo que a su vez repercute sobre el nivel en que permiten gozo o autocontrol. Esta dimensión examina la importancia de la felicidad y el control de la vida. Las sociedades con alto índice de Complacencia (alto IVR) permiten a las personas satisfacer libremente sus necesidades y deseos, especialmente aquellos relacionados con disfrutar de la vida y divertirse. En las sociedades con altos índices de Moderación (bajo IVR), las personas suprimen sus impulsos bajo estrictas normas sociales. La gente tiene la disciplina moral en alta consideración y tiende a ser más pesimista. Países africanos y de Oceanía son fuertemente holísticos, mientras que otros como Rusia o China no coinciden con dicha formulación.
Una vez hemos entendido este primer marco para evaluar comportamientos, podemos empezar a analizar las bases de datos históricas y entender dónde se sitúan los diferentes países. Supongo que mientras leían las dimensiones se habrán dado cuenta que, para afrontar ciertos problemas colectivos como es la pandemia, hay dimensiones que se prevén más útiles, como pueden ser un bajo Individualismo o una baja Indulgencia.
Les pongo un primer ejemplo clásico que en Europa está en boga; comparemos España y Alemania con todas sus seis dimensiones. Observen:
(Power Distance Index – PDI) (Individualism – IDV) (Masculinty – MAS) (Uncertainty Avoidance – UAI) (Long-term Orientation – LTO) (Indulgence vs Restraint – IVR)
La principal diferencia entre ambos países es la LTO, o la capacidad de pensar en el futuro, ahorrar o posponer decisiones de compra. Alemania tiene una puntuación 35 puntos más alta que España. También puntúa 24 puntos más en masculinidad y 16 puntos adicionales en individualismo. Por el contrario, España parece ser una sociedad más jerarquizada y desigual con una fuerte evasión hacia la incertidumbre, menos ganas de asumir fracasos y alto estrés en lo que se refiere a lo desconocido. Este último hecho puede parecer sorprendente junto al hecho que los niveles de indulgencia son similares en ambos países. Igual algunos resultados pueden parecer obvios, pero cuando entran en juego muestras gigantes y las regresiones estadísticas se sacan conclusiones que a priori podrían no ser evidentes. Muchos comprendemos las diferencias a nivel de patrones de gasto y planificación del largo plazo entre estas dos sociedades, pero igual obviábamos la mayor diferencia entre géneros, o el individualismo mayor de los teutones. Cuando lo conocemos, reparamos en tenerlo en cuenta en nuestras futuras relaciones para no ofender o quedar desposicionados socialmente.
Continuamos con otro ejemplo también dentro la Unión Europea y que muestra otra gran diferencia cultural dentro el grupo comunitario; los países del Este con fuerte influencia soviética, en este caso Rumania, con el centro industrial de Europa, otra vez Alemania. Vean:
(Power Distance Index – PDI) (Individualism – IDV) (Uncertainty Avoidance – UAI) (Masculinty – MAS) (Long-term Orientation – LTO) (Indulgence vs Restraint – IVR)
Pueden ver que aquí las diferencias son mayores que en el caso anterior. No hay una dimensión que se diferencie por menos de veinte puntos entre los dos países. Rumanía es mucho más jerárquica (influenciada seguramente por su herencia dictatorial reciente), menos individualista, hay menos diferencias entre sexos o es menos competitiva, es más temerosa ante la incertidumbre y menos indulgente. Uno puede pasarse horas intentando analizar el porqué de la herencia cultural y estos números consecuencia del análisis; podemos entrar en reflexiones interesantísimas sobre su historia, religión, política, economía y antropología… Pero si uno no tiene tiempo, aptitudes, ni interés en analizarlo en profundidad estas indicaciones pueden ser un “atajo” para mejorar la interrelación entre individuos de diferentes culturas si se tiene en cuenta. Entender los valores ajenos es empatizar, y esto siempre ayuda en la mejora de las relaciones humanas.
Supongo que después de estos dos ejemplos habrá entendido la utilidad del método e igual habrá recordado frases leídas en los periódicos de medio mundo estos días; los “anglosajones”, “los países calvinistas del norte”, “los latinos católicos”, “los países del Caribe”, “los confucionistas”, e incluso “los africanos”; todo son adjetivos o etiquetas puestas a un grupo de naciones para asemejarlas en alguna dimensión cultural y comparar su actuación ante la pandemia u otra eventualidad o realidad. El problema de esta agrupación es que a menudo se asemejan todas las dimensiones a una, la que se toma como referencia y que puede parecer exclusiva o única, y esto hace que nos adaptemos de forma muy rudimentaria a la cultura con la que queremos tratar. Entender los países con influencia del confucionismo como iguales, englobando Japón, China o Corea del Sur dentro un mismo saco. O pensar que Italia, España, Portugal o Grecia son iguales; de la misma manera pensar que Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega tienen la misma forma de operar, no es del todo correcto. No hace falta comentar el tema de África porque me parece ya extremo. Es evidente que estas agrupaciones son útiles para tener una primer croquis del mundo, pero debemos tener en cuenta para qué lo queremos utilizar. Es muy común ver gráficos con las “dimensiones de Hofstede” donde se agrupan países en circulos comunes, pero siempre se comparan dimensiones de dos en dos con los ejes x,y ya que no podemos hacerlo en sus seis dimensiones. Entendiendo los dos ejes que se eligen, uno entiende con más criterio lo que está intentando averiguar . Les muestro un ejemplo donde se compara el control de la incertidumbre (UAI) con la distancia al poder (PDI):
Para mí, estos gráficos son muy útiles para entender como se compone el mundo a grandes rasgos, para observar una dimensión a nivel general, o para alimentar nuestra curiosidad y comprensión de las culturas, pero no para operar a nivel cultural si lo necesitamos para nuestro trabajo diario, nuestras relaciones sociales o nuestros viajes de ocio. Para hacerlo necesitamos un detalle más holístico, las seis dimensiones en su globalidad. Les muestro la comparación entre países “iguales” bajo los ojos de una cultura diferente o ajena. Verán que hay agrupaciones que se parecen mucho, como los países anglosajones herencia del antiguo Imperio Británico. Otros pero, son tan dispares como los paises mediterráneos-latinos de Europa (donde es difícil diferenciar un país tan aparentemente dispar como es Alemania, si lo mezclo en el gráfico para confundir).
Si miran los gráficos verán la diferencia entre sexos o la «masculinidad» de la sociedad italiana es mucho más palpable que en España, o que los italianos piensan mucho más en el largo plazo que los portugueses. Pensar que son latinos y entenderlos por un mismo patrón puede confundirnos profundamente y meternos en concepciones erróneas o en situaciones embarazosas si alguien proviene de un entorno cultural muy distinto. Nos podría pasar de la misma forma cuando comparamos suecos o noruegos en ciertas dimensiones, o si entendemos que los surcoreanos y los japoneses son iguales, «asiáticos modernos y tecnológicos», miren por ejemplo la dimensión de masculinidad de las dos sociedades. Tener estas bases de datos, o incluso otras distintas para analizar los valores de un país, nos permite empezar a entenderlos para luego adentrarnos en nuestras experiencias diarias donde las cotejaremos. A modo ilustrativo, para terminar con estas comparaciones entre países, les muestro la utilidad de este método para responder algunas preguntas útiles en el panorama actual. Por ejemplo, ¿es Hong Kong culturalmente más anglosajona o china? Juzguen.
Continuando con la historia del Dr. Hofstede, les diré que el modelo de las seis dimensiones fue ampliamente divulgado alrededor del mundo y es todavía hoy el más utilizado cuando se habla de valores y dimensiones culturales. Aún así, el Doctor tuvo y tiene grandes críticos dado que muchos científicos posteriores criticaron el tamaño y la diversidad de las muestras (inicialmente sólo empleados de IBM), los modelos matemáticos que utilizó, o el porqué de elegir ciertas dimensiones que resumían la globalidad del problema sin contemplar otras. Evidentemente, el modelo de las seis dimensiones no es más que una parametrización del mundo, y como tal, es una modelización artificial de un problema etéreo y complejo que nos ayuda a mejorar nuestra interpretación sobre las diferencias entre culturas del planeta. Se podrían quitar y poner las que quisiéramos; pero los modelos deben ser prácticos y entendibles. El éxito de éste marco demuestra que lo es. Desde mi punto de vista, la innovación del Hofstede no es si su aproximación es la más correcta, si no la creación de un modelo para medir los valores y la cultura. Su contribución principal a este planeta es entender que un marco como el que creó podía ser útil en un mundo de interacción global. El relevo de los estudios del Dr. Hofstede lo cogieron los profesores de Moor y Kerkhofs de la Universidad de Tilburg, Paises Bajos, y éstos crearon el European Value Study que se transformó más tarde en el World Value Study, una organización sin ánimo de lucro que continua a día de hoy lanzando cuestionarios alrededor del mundo, con una base de datos cada vez mayores, abarcando más países y analizando los valores de todas las sociedades de forma mucho más perfecta que el protagonista mencionado hoy. En su página web se pueden consultar los datos. La semilla que Geert Hofsetede empezó, hoy puede cosecharse con muchas más ramificaciones y matizes… Pueden ver un reportaje sobre la vida si tienen curiosidad en el personaje.
Cabe destacar que en el camino andado hasta hoy sobre los mapas de valores y sus dimensiones culturales, hay modelos alternativos que gozan de gran credibilidad y uso como los del Dr. Ingelhart de la Universidad de Michigan. Éstos mapas alternativos basados en otras dimensiones culturales pueden ser tan ampliamente válidos como los que he comentado y pueden llegar a conclusiones tan útiles como el modelo presentado. Les muestro un ejemplo del popular mapa Ingelhart-Weizel basado en dos dimensiones culturales (para interpretarlo mejor, lean).
Para finalizar con la reflexión de hoy, me gustaría remarcar que alguna dimensión cultural está estrechamente ligada a variables económicas o parámetros más “tangibles” y operativos de las sociedades analizadas. La dimensión de Hofstede del LTO (orientación al largo plazo) por ejemplo, está íntimamente ligada a la evolución de los PIB de las sociedades en un futuro a cinco o diez años. Las matemáticas y el archivo histórico los están demostrando. A más LTO, más ahorro,más inversión y más prosperidad futura; parece obvio, pero no lo es a partir de un cuestionario con preguntas sobre la vida «mundana» de las personas. Es evidente pues, que la cultura impacta en cómo funcionan los países, y bajo ciertos prismas, puntuar alto en alguna dimensión puede significar el éxito y marcar el destino grupal de un colectivo. Con este comentario en mente, y ante la pregunta si los valores se pueden cambiar para evolucionar mejor como grupo, la respuesta es claramente afirmativa, aunque mudan muy lentamente. Cuarenta años de comunismo, cien de consumismo, una dictadura militar de dos décadas, mil años de feudalismo o quinientos de calvinismo, no se eliminan de un dia para otro. Requiere tiempo y muchos eventos relevantes, como el que vivimos estos días. Momentos como el actual pueden ayudarnos a imprimir cierta velocidad en algunas dimensiones culturales para moverlas hacia sitios distintos, aunque es dificil pilotarlo en la dirección correcta dado su caracter imprevisible y el impacto incierto en las sociedades. Deberemos esperar y desear que los movimientos sean en la dirección correcta.
Les dejo con una animación de la evolución de los valores en el mapa Ingelhart-Weizel desde 1981 para tener una visión más amplia de las dinámicas culturales.