Toma de decisiones: Cuando J.F. Kennedy salvó el mundo

31 de Julio de 2020, by Pau

Hoy les voy a contar uno de esos sucesos que la historia nos ha hecho olvidar parcialmente pero que en los tiempos que corren es útil recuperarla y analizar qué podemos aprender. El gran protagonista de esta novela política real es el expresidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, y el suceso es la crisis de los misiles de Cuba acaecida en sólo trece días de aquel octubre de 1962, posiblemente los días más peligrosos de nuestra historia reciente ya que el mundo estuvo a un instante, una simple acción, un pensamiento, de empezar una guerra nuclear con consecuencias posiblemente catastróficas para el futuro de la Humanidad. Cómo actuó el presidente Kennedy esos días, cómo lideró el curso de la toma de decisiones de su Administración durante aquellas dos semanas, nos dejan infinidades de aprendizajes que debemos apuntar y analizar. Gracias a un libro publicado por su hermano, el también asesinado y político Robert F. Kennedy que formaba parte de esa Administración, tenemos hoy el detalle de lo que ocurrió entre las bambalinas americanas esos días y lo podemos describir con exactitud. Antes de empezar a explicarles la historia, sólo les diré que el título del post podría haber sido “un hombre llamado Vasili Arkhipov salvó el mundo”, ya que Vasili, un oficial naval soviético, desobedeciendo las opiniones de sus comandantes en su submarino B-59 en el mar Atlántico, impidió el lanzamiento de un torpedo nuclear contra los americanos que podría haber desencadenado el temido conflicto. Pero ya sabemos que la historia la escriben los vencedores y no los vencidos, y las acciones de los actos americanos están ampliamente detalladas aprovechando el hermetismo tradicional ruso del que hay pocos testigos. Hablaremos de todo ello a continuación.

¿Qué tiene de interés un conflicto de hace casi sesenta años hoy en día? La respuesta es clara para mí: el patrón puede repetirse. Dado el ocaso del Imperio Británico después de las Guerras Mundiales, y la puntilla definitiva en la guerra del Sinaí de 1956, el mundo se debatía entre dos grandes potencias mundiales consolidadas: los Estados Unidos y la Unión Soviética. Dos grandes potencias con amplias áreas de influencia, millones de habitantes, ejércitos inmensos, gran capacidad tecnológica y dos sistemas político-económicos diferentes en lucha por la supremacía mundial. Una “trampa de Tucídides” de libro, dónde el auge de unas potencias ponía al límite la potencia regente con un riesgo claro de desembocar en otra gran guerra. ¿Les suena la situación? En estos momentos, en medio de la crisis por la Covid-19 nos encontramos otra vez en el auge de una potencia emergente con la ambición de tomar el control de la soberanía mundial, aunque de momento no parece estar en condiciones de hacerlo. China ha cambiado de estrategia en medio de esta crisis y se muestra más agresiva internamente (con la aprobación de nuevas leyes en Hong Kong) y más participativa en el exterior (envío de ayuda sanitaria e infraestructuras a muchos países del mundo) intentando ejercer su soft power y ampliar su área de influencia en muchos lugares del planeta en problemas. De lo contrario, Estados Unidos parece encontrarse en decadencia, focalizado en sus problemas sanitarios y económicos internos, con un liderazgo confuso y obviando la presencia y ayuda exterior. Si siguen los sucesos en el mar de la China meridional en los últimos años, verán como se acentúa la protección o cobertura de activos geoestratégicos como Taiwan o Singapur por parte de los americanos, mientras los chinos intentan controlan varías “líneas de islas” claves para el tráfico marítimo y amenazan con expandirse; si se fijan en detalle, hay claros paralelismos con la historia que les contaré a continuación. Es por este motivo que considero interesante repasar los hechos con el foco puesto en los liderazgos que hicieron que aquel conflicto se resolviera sin ir a más, quedándose afortunadamente para la posteridad el adjetivo de “Guerra Fría” y no de “Tercera Guerra Mundial” o “la Guerra Nuclear”. Si debe suceder un cambio de poderes en los próximos años, si una nueva potencia toma el control del mundo en las próximas décadas (hecho que todavía hoy nadie puede responder), aprender del pasado es obligatorio por el bien de todos los presentes evitando conflictos indeseados y nocivos para todos. Un mundo en confrontación y sin liderazgo, un G-Zero en lugar de un G-2, G-8 o G-20, no interesa a nadie para afrontar los retos globales como el cambio climático o nuestra supervivencia como especie.

Para entender bien el contexto de la historia que les quiero contar hay que explicar los hechos importantes anteriores que lo marcan. El primero es el final de la Guerra Mundial, el reparto del mundo por parte de los aliados y el auge de dos sistemas político-económicos que crearan dos grandes bloques enfrentados los siguientes cincuenta años: el capitalismo vs el comunismo. El segundo hecho es la Revolución Cubana, el levantamiento de Fidel Castro, y el intento continuado posterior por parte de los Estados Unidos de invadir de Cuba, siendo la invasión de la Bahía de Cochinos el hecho más relevante, y que hace virar progresivamente el sistema económico de la Isla hacia el lado contrario para anexionarlo a la órbita de la Unión Soviética. Y el tercero y último hecho, como parte de la Guerra Fría entre ambas potencias mundiales, la lucha por la fabricación puntera de material militar y tecnológico, en este caso misiles de largo alcance, que Estados Unidos “parecía” estar perdiendo y decidió aprovechar sus aliados de la OTAN para instalar sus misiles de menor rango en Italia y Turquía para amenazar la URSS cerca de su territorio unos años antes. Estos tres factores hacen que Fidel Castro pida ayuda, y convenza, al Secretario General de la URSS, Nikita Khrushchev, a principios de 1962, para instalar misiles en su territorio y protegerse de los americanos en caso de un nuevo intento de invasión. Los misiles debían instalarse en verano de 1962 en Cuba, a menos de 200km del territorio americano, y los soviéticos ejercerían un contrapoder real cerca de las fronteras americanas como no lo habían podido hacer nunca. Y aquí empieza nuestra historia, meses después del secreto pacto, tras recibir informes de inteligencia que alertaban de movimientos de material militar soviético en la isla, Estados Unidos autoriza vuelos espía de reconocimiento sobre Cuba el día 9 de octubre. Unos días después, el dia 16 de Octubre de 1962, un avión de la CIA, la agencia de inteligencia americana, envía dos fotografías áreas al Presidente Kennedy informando por primera vez de la presencia de misiles de medio-largo alcance instalados en territorio cubano con capacidad de atacar un 30% de su territorio. Todas las alarmas se encienden y empieza el espectáculo, día 1.

El primer día de la crisis fue un día de shock para toda la administración Kennedy. Los americanos estaban en precampaña electoral y Kennedy estaba siendo duramente atacado por los republicanos por su papel difuso contra la potencia comunista. Querían más sanciones y más mano dura. Sus interacciones con el Secretario General Khrushchev en Viena en ese mismo año, o las conversaciones con el embajador soviético, Anatoly Dobrynin semanas antes, habían sido cordiales y ante la pregunta sobre los intereses soviéticos en Cuba, éstos siempre habían negado su intención de instalar material militar con capacidad de largo alcance. Conocer de primera mano, después de revisar las fotografías múltiples veces, que les habían mentido fue una traición que no se esperaban. Ahora tenían el peligro en las puertas de su casa y sus enemigos políticos podrían argumentar que les habían dejado hacerlo con tiempo suficiente dado su benevolencia. Toda la inteligencia americana había fallado durante meses obviando el traslado e instalación de material militar a gran escala, un fracaso de toda una Administración.

Las dos primeras acciones que tomó el presidente Kennedy fueron clave para la toma de decisiones posteriores:

  • La primera fue convocar una reunión con el embajador soviético en la Casa Blanca con su hermano, el autor de la crónica, y avisar claramente a su enemigo: Estados Unidos conocía la instalación de misiles nucleares de largo alcance en Cuba y no estaba dispuesto a tolerarlo. Este hecho era considerado como motivo “último” de gravedad en su país, viéndose obligados a tomar acciones inminentes. Ante tal afirmación, el embajador continuó manteniendo la misma versión inicial; los movimientos militares eran inofensivos y no debían preocuparse. Las dos partes conocían ya mutuamente los dos puntos de partida. Unos negarlo y ganar tiempo, los otros mostrar que conocían la situación y era intolerable. Conocer el punto de partida, a qué se quiere jugar, y el estado del arte del problema y sus actores, es básico para empezar la toma de decisiones.
  • La segunda medida fue inusual y clave. Kennedy creó un Executive Comitee (ExComm) para la Seguridad Nacional que no obedecía a ningún protocolo o normal habitual en el Gobierno de Estados Unidos hasta entonces. En ese comité Kennedy quiso incorporar personas de todos los ámbitos de su administración; secretarios de estado, de defensa, del tesoro, generales del ejército y cuerpos diplomáticos. Además, no sólo incluyó las cabezas de los departamentos sino quiso incorporar algún hombre de “segunda línea” con conocimientos más profundos sobre ciertos funcionamientos del Gobierno. Este grupo fue clave para la toma de decisiones y fue la fuente de ideas sobre la que el presidente decidió el curso de acción. Comentan las crónicas que era habitual ver a Kennedy saltándose la línea de mando y preguntar informalmente en los descansos, o incluso durante las reuniones, a personas de menor rango para conocer su opinión más directa. Kennedy escuchó mucho a todos durante el conflicto, pero sabía que las decisiones últimas sólo las podía tomar él por su trascendencia.

A continuación, Kennedy tomó otro curso de acción claramente inteligente. Decidió no alterar su campaña electoral para no dar armas a sus enemigos internos y externos husmeando una crisis; cogió un avión fuera de Washington, y dejó a su ExComm el encargo de crear los escenarios posibles de acción sin estar él presente. Sabía que la presencia de un presidente de los Estados Unidos puede influenciar la decisión de muchos hombres, por mucho que éstos tengan poder y sean altamente capaces. Necesitaba una tensa deliberación y buena creación de ideas. Poner múltiples hombres inteligentes en una sala sin que nadie tenga asignación sobre el otro con el único objetivo de encontrar soluciones es siempre un buen plan. El “jefe” a veces puede influenciar, entrando la política de por medio, e impedir que las soluciones sean óptimas, creativas o simplemente diferentes a lo que uno piensa que su superior quiere escuchar.

El día siguiente el ExComm ya tenía sobre la mesa todas las principales líneas de acción posibles, aunque todavía debían refinarse:

  • No hacer nada, continuar la presión por vía diplomáticas e insistir en el desmantelamiento de los misiles. El principal inconveniente de este punto es que se daba tiempo a la Unión Soviética para la instalación de los misiles con el riesgo potencial para la población americana de ser atacada en cualquier momento ante una eventualidad.
  • Generar un bloqueo de la Isla de Cuba, instrumentar un cordón militar con barcos de la Marina alrededor de la Isla en el Mar del Caribe y evitar que entrara material militar o de cualquier otra índole al país latino. Se evitaba un conflicto directo y la finalización de la instalación militar. El principal inconveniente de este punto es que nadie sabía qué material estaba ya en la isla y si la construcción de los misiles se podía terminar de igual forma.
  • Destruir los misiles en una misión táctica aérea sin generar eventualidades materiales o humanas, eliminando el peligro ipso facto. El principal inconveniente era la posible represalia de la URSS en Berlin o Turquia, con un posible desencadenamiento de una Guerra Nuclear, o que igual no se habían detectado todos los misiles escondidos en la isla pudiendo ser atacados en territorio americano de la misma forma.
  • Invadir Cuba, asegurarse que todos los misiles eran destruidos, y de paso eliminar el régimen de Fidel Castro que había estado ocasionando problemas durante los últimos años en la puerta trasera del mercado americano. Los riesgos del inicio de una guerra eran claros.

Ante la primera presentación de escenarios a Kennedy, éste se reafirmó en sus valores e indicó que se debía evitar una Guerra Nuclear a toda costa con el posible ocaso de la Humanidad entera, o en menor grado, limitar el sufrimiento de miles de civiles en todo el mundo. Quería dejar la puerta abierta a todos los escenarios, pero debían profundizar en la estrategia diplomática y militar para evitar que el conflicto escalara a una fatalidad mayor. Los escenarios debían elaborarse al extremo con sus pros y sus contras. Otro aprendizaje: valores claros y planificación exhaustiva.

El día 18 de octubre Kennedy se reúne con el ministro de asuntos exteriores de la URSS, Andrei Groymko, e insiste por vía diplomática otra vez: Estados Unidos no toleraría la instalación de misiles con potencial de alcanzar su población. Groymko traslada la opinión de su Secretario General e indica al presidente Kennedy que sólo están asistiendo a Cuba en las áreas de agricultura y algún material con propósitos defensivos menores. La mentira y las negaciones continúan a pesar de su insistencia. La reunión acaba, y Kennedy harto de falsedades decide que deben tomar una acción inminente.

En los días siguientes las fotografías áreas tomadas en Cuba por los aviones americanos de gran altura U-2 continuarían llegando, indicando adicionalmente cuatro puntos donde se estaban preparando instalaciones con misiles de largo alcance. La información de inteligencia americana siempre fue tarde y mal en este conflicto.

Los días 19 y 20 de octubre se decidió el plan de acción, después de que el ExComm se partiera en grupos y cada uno defendiera su posición, se matizaron detalles y se perfeccionaron los planes de acción hasta estar suficientemente completos. Todo estaba en manos de la decisión final de Kennedy. Al día siguiente, en algún momento del mediodía, después de otra ronda de preguntas y nadar unos largos en la piscina de la Casa Blanca, Kennedy anunció su postura: se apostaba por un bloqueo inicial con la posibilidad de atacar la isla si éste no funcionaba. Las reacciones de los que apostaban por un ataque o invasión (principalmente los militares) no se hicieron esperar incrementando la tensión en el grupo, pero la decisión del presidente era firme y nadie debía ya cuestionarla. Se debía informar al mundo de la situación de crisis, extender los brazos diplomáticos para secundar un bloqueo en el Mar del Caribe, informar al Congreso, y movilizar la Marina y el Ejercito en general en caso de fracaso del bloqueo marítimo.

El principal aprendizaje de este punto es que Kennedy recibió mucha presión del Ejército para un ataque militar de mayor o menor grado, un grupo de extremo poder en Estados Unidos. Kennedy quería exclusivamente evitar un conflicto a gran escala y sabía que la solución del ejercito es siempre ir a la guerra (quien tiene un martillo, sólo ve clavos). Su experiencia pasada se lo había enseñado cuando lo convencieron para ir a una nefasta invasión de Cuba que acabó en el desastre la Bahía de Cochinos. Lo mismo ocurre en cualquier situación empresarial; un financiero siempre apuesta por recortar gastos, marketing por hacer más promociones y ventas por bajar precios y vender más, sólo la Dirección es capaz de tomar decisiones equilibradas con los objetivos y los valores en primera instancia sin buscar protagonismos o autorías que no le hacen falta para destacar. La opción del Ejército sería la última y nadie actuaría sin su permiso; no quería un falso disparo, un falso ataque involuntario sin su permiso, se debía esperar a la vía diplomática mediante el bloqueo.

Al día siguiente los embajadores del mundo serían informados de una situación que también podía afectarles ante las posibles represalias rusas en las áreas de influencias de la URSS (con Berlín en el primer foco). Necesitaban su soporte para efectuar un bloqueo a Cuba. También los representantes del Congreso fueron informados y manifestaron su intención de apostar por medidas más duras con fines claramente políticos. Kennedy no escuchó a nadie más que su ExComm, la decisión estaba tomada y él sería el responsable asumiendo todas las consecuencias. Por la noche el Presidente se dirigía a la población e informaba a los americanos por primera vez del problema:

Al día siguiente el ExComm se volvía reunir y comprobarían que no había indicios de movimientos militares soviéticos en ningún lugar de mundo. Las fotos que llegaban de los aviones espía mostraban que los rusos habían camuflado las instalaciones de los misiles, y ante esta noticia, se decidió el plan de acción en caso de uno de estos aviones fuera derribado por parte del enemigo por motivos obvios (hecho que ocurriría días después). Un ataque a Cuba se realizaría en un plazo inferior a dos horas desde que se produjera el suceso. El “plan B” se puso en marcha también ese mismo día; parte del Ejército americano se movilizaría para situarse en las costas de Florida en los próximos días a la espera de noticias. 250.000 hombres, 2.000 aviones y 90.000 marines eran llamados a filas esperando unas “bajas eventuales” de 25.000 soldados en caso de entrar en conflicto, según muestran los documentos firmados esos días.

En el campo diplomático las respuestas de varios países aliados fueron llegando de forma afirmativa y el presidente Kennedy mandó una carta al Secretario General Khrushchev informándole que el bloqueo era ya un hecho, reiterando que no tenía la intención de disparar a ningún barco si éstos obedecían y no cruzaban el cordón militar establecido. Las dos partes sabían lo que podría suponer un “falso movimiento” y éste debía evitarse a toda costa. En caso de un encuentro, los barcos americanos abordarían las naves soviéticas analizando su contenido (con toda la tensión de por medio que podía ocasionar tal encuentro). Cuentan que Kennedy había leído y releído el libro “The Guns of August” de B. Tuchman y tenía muy presente la “casualidad” que originó la Primera Guerra Mundial en Serbia. Un líder debe estar formado en su campo y tener en cuenta los casos de éxito y fracaso pasados. Kennedy había sufrido ya un fracaso militar y conocía la historia reciente del mundo de forma profunda, este factor fue clave en su proceso de toma de decisiones. La tensión era tan alta, que un simple tropiezo podía desencadenar un conflicto a gran escala. Quería tener el control absoluto y la seguridad que ningún oficial en algun buque atacaría sin su permiso.

Los días siguientes fueron uno de los más tensos de la historia de la política mundial. En la Casa Blanca continuaron las relaciones diplomáticas con la embajada rusa sin mayores avances y varias embarcaciones soviéticas continuaban su curso hacia la isla sin cesar. La intercepción con los barcos americanos situados a 800 millas de la costa cubana se produciría ya en horas y no días. El hermano cronista del presidente refleja la preocupación de Kennedy ese día de espera, las dudas sobre su compleja decisión y sus consecuencias, además de su ímpetu en redoblar su apuesta a pocas horas de tomar la primera decisión para dar más tiempo a los soviéticos acercando el cordón militar a 500 millas de la costa dando margen al oponente para evitar la confrontación. Ese día los barcos soviéticos Gagarin y Komiles estaban a pocas millas de ser interceptados en esa segunda barrera y la previsión era que serían abordados en menos de una hora. La inteligencia americana, además, detectaba que un submarino soviético se había posicionado entre los dos buques y la reacción contra éste debía también ser planificada de inmediato. El carguero USS Essex debería forzar su reflote con señales de información o lanzar cargas de profundidad para que saliera a la superficie si las primeras no funcionaban. El conflicto era inminente y sólo hacía falta esperar… Veinte-cinco minutos después, un mensaje informaba al presidente que seis barcos rusos, incluyendo el Gagarin y Komiles se habían parado en medio del Océano Atlántico evitando la inminente confrontación, los rusos reaccionaban y se respiraba por primera vez. La paciencia había merecido la pena.

Al día siguiente el peligro no había cesado ya que la mayoría de los barcos parados en medio del mar eran buques cisterna y ahora era el Bucharest, un barco con mayor probabilidad de llevar misiles, el que continuaba su curso hacia Cuba y preocupaba más a la Administración americana. Los acontecimientos del día anterior dejaban al mundo preocupado y los mensajes de atención llegaban de todas partes del Globo (Bertran Russell envió uno a Nikita Khrushchev pidiéndole reconciliación y otro a Kennedy acusándole de tener actitudes de guerra, por ejemplo). Ese día Kennedy y Khrushchev también se intercambiaron telegramas de recriminación, dónde este último advertía de que si EE.UU. seguía con el bloqueo marítimo a Cuba, lo consideraría un acto de agresión y daría la orden de que cualquier barco soviético la ignorara. La comunicación entre las dos partes fue siempre constante y fue clave para medir los estados de ánimo de unos y otros, para poder “empatizar” dentro las posibilidades de cada uno. Dejar de hablar en una negociación es el primer símbolo que están rotas.

El Jueves 25 de Octubre dejo para la historia varios acontecimientos relevantes. El primero fue una confrontación en las Naciones Unidas, donde los embajadores Zorin y Stevenson protagonizaron un tenso diálogo televisado recriminándose la ocultación de los misiles. Es el día de la famosa frase: “tiene usted misiles escondidos en Cuba ¿sí o no?” La interlocución de los dos es digna de ver:

Ese día fue también el de reafirmamiento de Fidel Castro en su derecho a legítima defensa, y el de apoyo de China a Cuba en los principales medios chinos donde se transmitió el mensaje que 650 millones de hombres y mujeres apoyarían al pueblo cubano si fuera necesario. Un conflicto plurinacional se estaba gestando. Para finalizar ese día intenso, un barco de pasajeros de Alemania del Este, la DDR, cruzaba la barrera del bloqueo sin que los americanos actuaran… El momento de máxima tensión llegó después, cuando el temido carguero militar soviético Bucharest decidió desafiar el bloqueo y cruzar la línea impuesta. El USS Essex y el USS Engranaje estaban listos para el abordaje y pidieron permiso para actuar de forma inminente. Querían pararlo por medio de cualquier método pero nadie podía moverse de su posición sin las ordenes de los altos mandos. Una vez más, en contra de aquellos que reclamaban posiciones más duras, Kennedy lo dejo “pasar” al considerar que no era objeto de peligro ya que en sus bodegas era altamente improbable que hubiera material sensible.  Se ganaba tiempo para evitar el conflicto o se regalaba para que los soviéticos terminaran sus instalaciones militares. Kennedy mostraba paciencia infinita y ampliaba el marco de acuerdo.

Al día siguiente, el dia número 11 del conflicto, el barco USS Joseph P. Kennedy, nombrado en honor a un familiar del Presidente ni más ni menos, abordaba el primer barco de todo el bloqueo sin mayores conflictos, el Marucla de bandera libanesa. El ExComm había seleccionado el barco “a dedo” para evitar un enfrentamiento a toda costa y Kennedy demostraba que se mantenía firme en su compromiso de no ceder en el bloqueo. Kennedy se mantenía firme y era flexible a la vez.

Esa misma mañana llegaban fotografías de los U2 indicando que las bases cubanas estaban listas para el lanzamiento de misiles y, ante la posición hermética e inmune al bloqueo de la URSS, Kennedy anunciaba a su Administración con gran consternación que se preparan para una invasión. El DEFCON 2 (Defense Condition 2) se anunciaba por primera vez, hecho que no había sucedido nunca en la historia, y ponía en alarma todos los entes de defensa del país previendo un posible ataque en su territorio. Todo el mundo pensó esa mañana que ésas podrían ser sus últimas semanas de vida… Fue un día de una tensa calma, analizando los barcos que se acercaban al cordón marítimo, mientras el Ejército preparaba las operaciones con los altos mandos del gobierno y se preparaba la documentación necesaria para iniciar la invasión.

A las seis de la tarde llegó una carta del Secretario General Krhushschev altamente sorprendente por su emocionalidad, incoherencia y contradicción. Pueden leerla: http://www.historiasiglo20.org/TEXT/cuba1962-1.htm La carta se interpretó y reinterpretó durante esa noche y la siguiente mañana dejando un análisis claro; el Secretario General había escrito ese mensaje “de su puño y letra”, sin soporte diplomático, hecho que reflejaba la inmensa presión que también él estaba soportando para evitar ir a una guerra inútil. Esta interpretación, juntamente con una información proveniente de la embajada rusa por medio de un reportero de la ABC (un método no tan descabellado en esa época), donde se indicaba por primera vez la intención de retirar los misiles de Cuba bajo supervisión de las Naciones Unidas a cambio de deshacer el bloqueo, hicieron pensar que igual había una escapatoria al conflicto inminente. Pero la alegría duro poco, y pocas horas después, el director del FBI, J. Edgar Hoover, informaba a la Casa Blanca que la embajada soviética en Nueva York estaba destruyendo documentos sin cesar. Eso sólo ocurría antes que un país quisiera entrar en guerra. La adrenalina se disparaba otra vez…

Mas tarde ese día 27 de octubre, cuando todo el mundo asimiliaba una guerra inminente, saltó la sorporesa. Otro mensaje llegaba de parte soviética, esta vez mas estructurado y de la mano de cuerpos diplomáticos (a interpretación de su estructura y cuerpo). En ésta se ofrecía un intercambio: EEUU sacaría los misiles de Turquía y no interferiría en los asuntos cubanos, y la URSS haría lo mismo; retiraría los misiles de la Isla de Cuba y no interferiría en los asuntos turcos. Muchos no supieron interpretar los dos mensajes seguidos sin coherencia entre ellos, la confusión y sospecha era inmensa, pero la administración Kennedy tomó ese último mensaje como “razonable” y empezó las negociaciones con los turcos para una hipotética retirada de los misiles allí implantados durante años (unas negociaciones que no eran nuevas para nadie). Éstos se negaron frontalmente debido a su temor de una invasión rusa, y los conflictos diplomáticos se trasladaron hacia otra dirección, esta vez hacia un aliado. Muchos americanos pensaban que “ceder” con Turquía era someterse a la voluntad y chantaje de los soviéticos ya que los misiles debían retirarse sin contraprestación alguna. Kennedy trataba a su oponente de igual a igual y continuaba “empatizando” con las posiciones de su enemigo. En medio de estas tensas negociaciones llenas de luces, sombras y desconfianza que podrían resolver el conflicto, llegaron además las fatídicas casualidades. Ese mismo día, entre negociaciones bilaterales con aliados y el bloque contrario buscando un acuerdo a múltiples bandas, llegaban las noticias que un avión de reconocimiento U-2 había desaparecido en suelo cubano. Presuntamente había sido derribado como se demostró unas horas después. El momento «asesinato de archiduque de Austria en Sarajevo en 1914», la casualidad que encendía el conflicto, había llegado y tenían un plan de acción preaparado para contratacar. Los que clamaban mano dura y venganza tomaron otra vez impulso y Kennedy debía sopesar una vez más si ir a una guerra fatídica. Ese mismo día también fue el que once buques americanos atraparon a un submarino B-59 cerca de las costas cubanas lanzando cargas de profundidad para que saliera a superficie. Es el dia que el oficial Vasili Arkhipov defendió ante tres oficiales que creían que había ya empezado la guerra, en un submarino sin luz, subiendo la temperatura y los niveles de CO2 a causa de los ataques, que él no sería responsable de lanzar un torpedo nuclear y que debían subir a superficie. Más tarde se supo que el submarino había tenido problemas de conexión con las bases soviéticas y Vasili actuó sólo por coherencia. También se descubrió que un oficial ruso había disparado a un avión U2 por error sin obedecer a ninguna orden proveniente de Moscú. Las casualidades estaban al mando. Esas horas de la tarde del día 27 de octubre fueron inmensamente tensas, con discusiones continuas hasta que el presidente volvió con un anunció: no contratacarían y aceptarían la propuesta de Khrushchev. Una carta de respuesta debía elaborarse y se debía negociar con los turcos. Kennedy daba la enésimo oportunidad.

El día siguiente fue de idas y venidas entre la embajada soviética en Washington y la Casa Blanca hasta que alrededor del mediodía Khrushchev aceptó retirar los misiles bajo la supervisión de las Naciones Unidas a cambio de todo lo establecido. Todo el ExComm respiro tranquilo y el mundo paso de puntillas por un conflicto que podría haber sido fatal. El día 5 de Noviembre los misiles zarparían de la isla de Cuba hacia la URSS otra vez, en abril del siguiente año lo harían de Turquía, y Fidel Castro lograría permanecer en el poder hasta su lecho de muerte según había prometido Kennedy (almenos durante su mandato). Una historia increíble, llena de casualidades y anécdotas que sorprendentemente acabó bien.

Visto con frialdad, y analizando los documentos que años después fueron llegando del otro lado, el único error de esta historia fue que la URSS, acostumbrada a tener sus enemigos a las puertas de su territorio y recibir invasiones continuas a lo largo de la historia, no calibró bien el impacto que tendría la instalación de los misiles cerca de “suelo americano”. Éstos siempre habían visto los conflictos aislados en una parte del Atlántico y/o Pacifico, piensen por ejemplo en las Guerras mundiales. Sólo en Pearl Harbour habían sentido el dolor de tener que ser atacados en su territorio (y fue en una isla a 6.000km de su continente). No entender suficientemente su oponente, no prever como lo interpretarían, fue lo que encendió el conflicto y generó enormes tensiones. Según datos sacados a relucir muchos años después, los rusos tenían mucho más armamento en la isla de Cuba antes del bloqueo de los que los americanos habían estimado. Todas las tesis se hicieron sobre una base más “digerible” y esto ayudó a que el conflicto no fuera a más. Posiblemente los soviéticos pusieron  mucho de su parte y tomaron decisiones pacifistas, pero el relato oficial sólo nos muestra la buena toma de decisiones por la parte americana, especialmente aquellas propiciadas por el presidente Kennedy. Este es el resumen se sus bondades durante el conflicto: interlocución y línea de comunicación constante con el oponente, marcar la posición de forma clara desde el principio de la negociación, tener unos valores profundos y saber lo que está en juego en la negociación que se empieza, creación de un equipo multidisciplinar, escucha activa, elaborar múltiples escenarios para la toma de decisiones y someterlos a contradicción, entender y prever los movimientos del adversario (Kennedy siempre fue consciente que Khrushchev debía vender sus decisiones a su pueblo mediante la propaganda triunfalista comunista de la misma manera que él tenía que hacerlo con su electorado), sabía que una guerra nuclear no interesaba a nadie. Dar antes que recibir, la ley de la reciprocidad, cediendo y dejando pasar algunos hechos graves cómo el derribo del avión espía o dejar pasar el Bucharest. Ser muy flexible para adaptarse a los nuevos escenarios y firme a la vez para mantener sus posturas. Trenzar alianzas en el conflicto para llevar a cabo el bloqueo o sus objetivos últimos, estar formado y tener experiencias previas para gestionar la tensión extrema, no precipitarse o actuar antes de entender los hechos, tener paciencia, cuestionar los intereses internos que le recomendaban sus asesores (piensen en el papel de los militares), dejar su ego y convicciones a parte (Kennedy se la tenía jurada a Fidel Castro), y nunca, nunca, acorralar al enemigo. Los buenos resultados en una negociación no acaban nunca con un participante humillado públicamente ante los suyos. El buen negociador sabe que debe dejar siempre una escapatoria “digna” a su adversario para poder cerrar buenos tratos. Aunque no sea siempre verdad, es bueno salir de una mesa de negociación en los que los dos adversarios piensan que han ganado algo. Kennedy dejó para a Khrushchev una Cuba comunista y una retirada de Turquía a pesar de que muchos americanos querían la Isla invadida, Castro encerrado en una prisión estatal o muerto, y los misiles implantados en Turquía listos para disparar ya que creían que Estados Unidos tenía superioridad sobre los rusos. Kennedy pensaba en un objetivo mayor, y no era otro que evitar un conflicto a gran escala aunque pudieran ganarlo.

Para finalizar con el relato, piensen que la suerte tubo también un papel importante esos días; ninguna de las fatídicas casualidades fue a más nadie sabe por qué, o posiblemente por el interés de no empezar algo tan extremo como una Guerra Nuclear. Este pensamiento prevaleció en ambos lados antes de empezar cursos de acción inciertos y es una metáfora para aquellos que predicen el fin del mundo o defienden el “homo homini lupus”. Los aprendizajes de este conflicto deben permanecer para no repetirlos, pero me invade una duda: ¿tenemos los mismos liderazgos hoy en el mundo?

Inspiración: Robert F. Kennedy

Inspiración: Robert F. Kennedy

Fiscal General de los Estados Unidos

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