Yo S.A.
Este post podría recalar seguramente en cualquiera de las secciones que componen este blog, ya sea en crecimiento personal, profesional o financiero. Decido situarlo aquí porque es seguramente dónde puede generar más trascendencia de reflexionarlo en detenimiento.
¿Ha pensado alguna vez porqué existen sobre el mundo de la empresa miles de libros y hasta hace pocos años había muy pocos sobre comportamientos humanos y cuestiones personales?
Me explico con algún ejemplo: compare cuantos libros habrá sobre contabilidad en relación a los que hay sobre finanzas personales. Busque el número de libros en Amazon que figuran en la sección de marketing y estrategia/posicionamiento de marca; compárelo ahora con los de imagen, comportamiento o actitudes personales. ¿Lo ven? Tradicionalmente la investigación y la ciencia en la Universidad se focalizaron en el perfeccionamiento de la estrategia empresarial y el correcto funcionamiento de los negocios, olvidando o rezagando a un segundo lugar las ciencias humanas del comportamiento y la relación entre individuos que no fueran patológicas. Si usted no sufría ninguna enfermedad psicológica a mediados del s. XX tenía pocos libros para mejorar su comportamiento y actitud (en este punto debo mencionar a Dale Carnegie o Napoleon Hill como unos de los grandes pioneros, hablaremos mucho sobre ellos). Si analizamos la Misión y Visión de la mayoría de las grandes empresas de la lista Forbes 500 verá que muchas consideran “las personas” como su principal activo, es un clásico. Aun así, parece que mucha gente continua creyendo, y parcialmente es verdad, que una persona sólo es un activo para una empresa cuando sabe mucho de finanzas, ventas, marketing, producción o comunicación. Lo que pretenden expresar cuando aparece en la primera página de los libritos corporativos de estos grandes conglomerados, asesorados siempre por expertos en comunicación, es que las personas son activos para la empresa cuando saben mucho de gestión de personas, cuando se preocupan por ellas.
Si una empresa entiende sus personas sabe mucho de la gestión de su negocio.
A pesar de todo esto continúa escaseando la formación y el empeño necesario para la creación de la visión del YO que permita mejorar los individuos desde el interior y sus relaciones con los demás. Mejorar estas interacciones, la confianza individual, la colectiva y fomentar la superación personal es la clave para cualquier actividad que se pretenda en la vida.
Me gustaría aportarles mi visión de cómo plantearse su proceso de mejora personal y profesional sobre un concepto en el que reincidiré multitud de veces. Es un concepto que me ayuda a replantearme muchos de mis comportamientos y a menudo acudo a él para buscar una visión fresca y diferente sobre un tema personal. Imagínese que usted es una empresa de gran consumo y cotiza en bolsa, se llama “Yo S.A.”. Como cualquier empresa usted tiene una o varias marcas que se relacionan con multitud de clientes que lo “consumen” a diario, tiene unas finanzas, una responsabilidad social corporativa, un departamento de comunicación, de formación o de calidad. ¿Qué pensaría de una empresa que no tiene departamento de finanzas?, ¿o que no invierte recursos en gestionar sus marcas, embalajes o la calidad de sus productos? Pensaría que no es una empresa, es un chiringuito. Esto es lo que pueden pensar de ustedes mucho de sus “consumidores” si no prestan atención en formarse sobre esas facetas de su personalidad que cree que no son relevantes.
Analizamos primero quienes son sus consumidores: ¿tiene dudas? Sus consumidores son todas aquellas personas que están a su alrededor y se relaciona día a día, los que lo “consumen” con la interacción. Empezaríamos por su pareja, sus hijos, su familia, su amigos y continuaríamos con sus compañeros de trabajo, sus clientes, la gente que se encuentra en el bar los domingos para hacer el vermut o el panadero. Con todos ellos usted se relaciona, y todos, de forma directa o indirecta tienen una percepción de usted aunque no lo desee. Ningún ser humano es libre de generar impresiones, sale de forma natural y congénita en cada uno de nuestros celebros. Usted lo quiera o no genera impactos en forma de acciones/palabras a todo el mundo que lo rodea y los influencia en mayor o menor medida. Si gusta repiten, lo buscan, lo llaman, lo promocionan, le hacen descuentos, quieren cenar con usted, irse de fin de semana o incluso pasar el resto de sus vidas en caso del algún consumidor muy especial. De lo contrario cae mal, la gente se aleja, se distancian, lo marginan o incluso lo detestan y le quieren hacer daño. Usted ofrece sus productos a cada tipología de consumidores que tiene, o quiere, y por encima de todo esto tiene una marca paraguas que es la garantía última de todas sus acciones; es la marca “YO” su nombre y reputación. Cuando la gente pronuncia su nombre todo el mundo se crea una imagen mental definida y para cada individuo ésta será ligeramente distinta a la que tienen los demás, dependerá de la experiencia única que les haya ofrecido. Lo mismo sucede con la Coca Cola, Apple, Kit Kat o Lidl. Todo lo que lleva un nombre y genera experiencias acaba convirtiéndose en una marca que influencia.
A veces en foros reducidos, cuando planteo el “Yo S.A”, me rebaten diciendo que una empresa esta sólo para ganar dinero y las personas no nos debemos plantear la vida de forma tan estructurada y eficiente porque este no debe ser nuestro último fin. Mi visión es que todos pretendemos ganar algo en cada uno de nuestros actos. La cuenta de resultados del “YO S.A.”, su EBIT, se cuenta en una moneda etérea llamada felicidad. Esta cuenta de resultados personales puede crecer con experiencias vitales, viajes, cenas, confesiones en un bar a las 3 de la mañana, pero también con promociones, relaciones comerciales o sacrificios ajenos. En cada relación pretendemos ganar alguna cosa que pueda agrandar nuestros beneficios de felicidad. Si un Sábado usted se levanta a las 7 de la mañana para llevar a su hijo al partido de futbol y se esfuerza para ser el padre ideal: hablan de la evolución del partido después, van a desayunar juntos con sus amigos, se ríen y llegan a casa cantando sus canciones favoritas, lo hace porque tiene un retorno a nivel de felicidad; sea porque se siente responsable, le gusta educar a su hijo y compartir cosas con él, ver que se siente orgulloso de usted o simplemente porque su mujer estará contenta al ver que tiene una pareja que se ocupa de la vida familiar. En cualquiera de estas situaciones quiere maximizar su beneficio durante la mañana del sábado. Si trabaja cada día para que su marca esté valorada por todos los consumidores (su hijo, los amigos de su hijo, los padres de los amigos de su hijo y su mujer) la experiencia que quiere conseguir, maximizar, será mucho más beneficiosa de lo que hubiera sido de otra forma. Pensar continuamente en mejorar su producto y las experiencias que ofrece siempre revertirá en la cuenta de resultados del “YO S.A”, sea cual sea el beneficio que queremos obtener.
Hablar de personas como marcas no debería ser un hecho revolucionario a día de hoy. Empezó con el cobranding hace unos 50-60 años; todos conocemos estrellas de cine y deportistas que pusieron sus nombres al lado de productos de grandes multinacionales ayudando así la venta de sus marcas ya reconocidas. En los últimos 20 años este papel ha evolucionado hasta existir los “hombres marca” como tal, siendo ampliamente aceptado sin escandalizar a nadie. Miren a Michael Jordan, Oprah Winfred, David Beckham, Leo Messi o Cristiano Ronaldo. Ya no necesitan la colaboración de una multinacional para ser relevantes: sacan sus perfumes, venden camisetas con su nombre, tienen sus productoras y organizan campus para niños sin la ayuda de ninguna gran corporación; ellos ya lo son, y a su alrededor se han creado empresas como tales con todos los departamentos necesarios para gestionar el negocio que gira alrededor de las acciones y palabras de una sola persona. Ver a Cristiano Ronaldo borracho en Youtube gastando miles de euros en una noche daña su imagen y su valor como marca. Analizar un discurso de Clint Eastwood en la Asociación Nacional del Rilfe de Estados Unidos afecta a algunas personas hasta el nivel de no querer ver más sus películas. Todo lo que estas personas hacen, como cualquier empresa, afecta a la impresión que sus fans tienen de él y es directamente proporcional al dinero o tiempo que quieren gastarse consumiéndolo. Si usted es propietario de una pequeña empresa en su país seguramente leerá casos de éxito en la literatura empresarial sobre marcas como Apple, Nespresso o Lego. Las personas que leen estos casos piensan que pueden aprender algo en su gestión diaria aunque el tamaño de sus actividades no sea comparable. Entonces ¿por qué no nos podemos creer todos y cada uno de nosotros que somos marcas como Lionel Messi? Si nos lo creemos, si sabemos buscar los paralelismos adecuados y necesarios con una empresa y estos grandes personajes, tendremos una amplia literatura y ejemplos diarios a nuestra disposición para continuar mejorando en nuestra aventura vital. Continuaremos hablando sobre ello.