Hace poco leía un artículo en un periódico nacional que insinuaba levemente un hecho que he escuchado varias veces en los últimos años:
“para salir de esta crisis de forma definitiva necesitamos otra guerra, una gran Guerra”.
La intención que soporta esta teoría es la voluntad justificada de destrucción masiva para fomentar en la reconstrucción del todo la riqueza capaz devolvernos a los crecimientos de los años 10 de este siglo XXI. Así cuentan que sucedió después del Crash del 29, dónde fue necesario la II Guerra Mundial para devolver el mundo a crecimientos sostenibles que no llegaron hasta finales de los años curenta del siglo XX en ninguna de las dos orillas del Atlántico. Pues bien, tengo que decirles que cada vez que escucho esta teoría recuerdo un libro que leí hace años e influyó en que esté en total desacuerdo con esta teoría. Para quien se lo pregunte el libro es “Economics in one lesson” de Henry Hazlitt y argumenta ciertas falacias económicas que alguna vez en la vida todos hemos oído: “la guerra (la destrucción) genera riqueza”, esta es la primera falacia que el señor Hazlitt nos cuenta. Intentaré estructurar toda la explicación de este post con un ejemplo suyo.
El Sr. Perez es un panadero de una calle céntrica de una ciudad de provincias. Tiene su casa y la panadería pagadas ya que las heredó de su padre, también panadero. El Sr. Perez trabaja muchas horas para poder pagar la luz, que ha subido sustancialmente los últimos años, el gas, la harina, el agua, el empleado de su obrador, la universidad de su hija, la compra en un supermercado de barrio y sus impuestos varios. Después de pagar todos estos menajes vitales le queda un dinero residual que puede utilizar para lo que quiera. Como llega el invierno y en provincias hace mucho frío decide que los ahorros de este mes, 50eu, los dedicará a comprarse un jersey.
El día 30 del mes, mientras se dirige de su casa a la panadería, decide que ese día cuando cierre se irá a comprar el jersey que le hace falta en la tienda de enfrente. Cuando llega a la Panadería se encuentra para su asombro que un cristal de la puerta está roto; “fue un niño con una piedra y un tirachinas que se largó corriendo” le cuenta una vecina. Una vez recompuesto de su indignación, y haber arrancado todos los quehaceres del negocio, decide llamar al vidriero para pedir el presupuesto de la reposición del cristal: son 50eu. Como ya ha pagado la luz, el agua, la harina, el sueldo del empleado, la universidad de su hija, el Súper, sus impuestos y no le queda más dinero, decide destinar los 50eu del jersey a reponer el cristal de su puerta. Esperará al mes siguiente para comprarlo.
Llegados a este punto nos podemos preguntar: ¿Ha creado riqueza la destrucción del niño travieso? Unos dirán que para el vidriero sí, pero la tienda de delante que vende ropa se ha quedado sin vender un jersey y con los ingresos de ese jersey pensaba igual comprar unos bollos para desayunar el domingo. Si miramos la situación a nivel global, la respuesta a la pregunta que nos hacíamos es NO. No se ha creado riqueza con la destrucción del cristal de forma neta, simplemente se ha trasladado la riqueza de los fabricantes de jerséis a los fabricantes de cristales.
Seguimos y complicamos un poco más la historia del Sr. Perez.
Esa mañana fatídica del cristal roto, en lugar de ser un niño travieso con un tirachinas, fue un exempleado alcohólico del obrador que por despecho a su despido, y unos wiskhies de más, decidió romper el cristal del escaparate entero con una vara de metal. Cuando el Sr. Perez esta mañana pide el presupuesto del destrozo no son 50eu esta vez sino 5000eu. ¡Caray! No tiene dinero suficiente para abordar tal suma de dinero y necesita remprender su actividad cuanto antes. Decide ir al banco de la calle paralela a pedir un crédito al consumo a un interés del 19% TAE que se lo aprobarán desde la Capital. No solo se queda sin jersey este mes sino pasará algún invierno más con el jersey viejo que le regalaron recién casado. Necesitará más de cien meses para pagar el cristal roto, 100 meses en los que no se comprará el jersey, o unos zapatos, saldrá a cenar, se comprará un libro o enviará a su hija a Portsmouth para que aprenda inglés… no tendrá más dinero. Sin embargo, los dueños de la fábrica de cristales del polígono el viernes entraron a buscar el pan con su nuevo bronceado ya que habían llegado recientemente de su viaje a las Islas Caimán gracias a los grandes números del negocio.
Estado del arte: la ciudad de provincias este mes, después de haber subsanado el daño de la Panadería y haber pagado el viaje a las Caimán hoy es unos cuantos euros más pobres. Más pobre porque no sólo no se ha reinvertido todo el dinero en la provincia sino que se ha generado deuda: 5000eu. Esta deuda irá en contra de los jerséis futuros, los bollos futuros, los zapatos futuros, las cañas en el bar futuras o el inglés futuro de sus habitantes; todo esto gracias a la acción aparentemente intrascendente de un borracho. Imagínense esto a gran escala y ya tienen su Guerra.
Conclusión: las guerras no generan riqueza general de forma neta, generan riqueza en algunos sectores de forma temporal y por norma siempre generan deuda con la que hipotecar las generaciones futuras en alguna provincia. Así fue en el pasado y así sería en el futuro. La diferencia es que en el pasado tenían margen para endeudarse y hoy no. ¿Pero qué sectores generarían riqueza, ni que sea sólo de forma temporal? Pues como ustedes se habrán imaginado primero el armamentístico, después la construcción y todo lo que deriva de ella. No hace falta que les diga más ejemplos porque tenemos una experiencia no muy lejana en muchos países del sur de Europa. Nadie habló, que yo sepa, del boom de las patentes en biotecnología, del boom de la epigenética, del boom de los ciudadanos poliglotas o del boom de la educación personalizada… Si quieren hipotecar todavía más el país, generar millones de muertos, perder a alguno de sus familiares, sufrir desgracias, y acabar obteniendo un gran crecimiento en albañiles, alicatadores, carpinteros, lampistas y vendedores de muebles entonces dejo que defiendan la teoría de la Guerra. Si les he convencido que no es así, les invito a que continúen con la historia del Sr. Perez en el próximo post.