Cuento luego existo

Empiezo esta categoría de posts dedicados al Crecimiento Financiero con una de las mayores obviedades que habrá escuchado últimamente: si usted quiere crecer financieramente debe aprender a contar. ¡Buenas noticias para todo el mundo! nuestro sistema educativo nos enseña a contar, sumar y restar desde los cuatro/cinco años así que la gran mayoría de personas que pueden leer este blog podrán crecer financieramente hasta dónde sus metas les lleven. La siguiente pregunta que seguramente se harán es la siguiente: si todo el mundo sabe contar:

¿por qué hay tantas personas con trabajo en lucha constante para tener una situación financiera estable?

Mi única respuesta es que NO nos han educado para ello, ni hay demasiado interés en hacerlo. Desde mi punto de vista hemos crecido la mayoría de nosotros en un entorno financiero personal iliterato; no había una asignatura de finanzas personales en las escuelas o la universidad, nuestros padres y abuelos tampoco las tuvieron, y entramos en el mundo de las finanzas personales tan progresivamente que actuamos por inercia. Digo progresivamente porque realmente empezamos a aprender con la pequeña paga semanal que nos dieron nuestros padres para podernos comprarnos un helado en los meses de verano (yo personalmente escogía unos de hielo sabor limón que costaban 30 pesetas y alargaban mas). ¿Cómo acabamos? pues con el plan de pensiones y los seguros de vida; entre medio tenemos: los regalos de cumpleaños, los refrescos, las chucherías, los trabajos de verano, las tasas de la universidad, las copas, invitar a cenar a la novia, salarios, coche, boda, hipotecas, luz, agua, gas, impuestos, seguros varios, el Súper, la carnicería, la panadería, la pescadería, la verdulería, hijos, pañales, guarderías, colegios, cereales infantiles, vacaciones, cañas en el bar, ropa, segundas residencias, más coches, restaurantes, más vacaciones, etc.

Las finanzas personales son de los conceptos más universales que existen, ya que todo el mundo tiene unas, y de los que entramos de forma más progresiva lanzados a menudo a nuestro buen hacer y criterio.

Personalmente no conozco a nadie que desde su primera paga haya disminuido en gastos. Los gastos siempre van a más porque acompañan las necesidades, y si tenemos suerte o pericia, los ingresos pueden ir acorde con ellos. Aun así el globo se hincha tan lentamente que difícilmente nos damos cuenta de la necesidad de estructurar algo que ha adquirido un tamaño considerable hasta que está a punto de explotar. Nos pasa como la ranita que muere hervida en un cazo al que le han subido poco a poco la temperatura. Nos suben la temperatura financiera, y lo gestionamos de la misma manera que cuando poníamos la mano en el bolsillo de los pantalones rotos para ver cuantas pesetas no quedaban mirando aquellos carteles fantásticos de los Helados que tenían los bares. “A ver que sale de aquí…” y sólo salía una de aquellas monedas del agujero… y nos íbamos del bar soñando en aquellos conos magníficos de chocolate de la esquina superior que valían fortunas. Soñábamos toda la tarde con lo increíble que sería que tus padres te compraran ese cono (y no sabríamos hasta años después la función del Gordo de Navidad entonces la cumplían los padres).

Así creo que gestionamos muchos de nosotros nuestras finanzas, ponemos la mano en el bolsillo, la cuenta bancaria, y miramos que nos queda para comprar cuatro cosas por impulso; sin planificación, sin criterio de necesidad y sin priorización.

Muchos lo han visto igual en sus casas, “y no les ha ido nada mal”, pero siempre insisto que sólo en dos casos esto suele salir bien por generación espontánea: en caso de extrema abundancia o en modelos de vida espartanamente frugales por “naturaleza”. Debo recordar en este punto que muchos de nuestros padres y abuelos crecieron en la posguerra española y lo que les sale por naturaleza en el s. XXI en este país es poco natural. Así crecemos y así nos educamos en las finanzas personales a menos que alguien nos instruya, por generación espontánea. Es por esto que debemos educarnos y empezar a contar lo antes posible para poder existir financieramente, cuanto antes mejor, porque cuando el interés compuesto entra en juego (ya hablaremos de ello) empezar temprano, cada año de más, cuenta y mucho.

Si alguno de ustedes está familiarizado con las grandes metodologías de reingeniería de procesos, Six Sigma o Lean Thinking por ejemplo, unos de los primeros pasos que entran en escena siempre es el MEDIR, contabilizar lo que se quiere analizar. Sin medición no hay diagnostico posible de mejora y éste debe ser siempre el primer paso. Por este motivo este es primer post de la categoría; ¿Saben cuál es la mejor manera de rebajar la deuda? Saber cuánta tienen. ¿Y la mejor manera de reducir sus gastos? Pues igual; saber cuántos tienen. Por esto les propondría en primer lugar ser capaces de contabilizar todos sus gastos e ingresos del pasado año. No se asusten, en la era del Big Data si le gusta pagar con tarjeta seguramente podrá reconstruir un 60-70% de sus gastos. Si sus ingresos provienen mayoritariamente de un trabajo remunerado por terceros tendrá las hojas de la nómina para consultar. Póngase una tarde de sábado a realizar Data Mining casero y cree un primer esbozo. Con un primer análisis podrá empezar a entrenar los conceptos que comentaremos. Si no puede reconstruir absolutamente nada de su pasado financiero porque cobra por horas en negro y se lo gasta casi todo moneda a moneda en distintas maquinas vending (es el peor caso que he podido encontrar) no se preocupe; empiece a contar hoy; tardará un poco más pero dentro de un año ya lo tendrá. La mayoría de nosotros repetimos patrones de gastos e ingresos mes a mes y con pocos meses de contabilización ya podremos empezar a tomar las primeras decisiones.

¿Cómo contabilizar gastos si debo empezar hoy? Existen varias aplicaciones de teléfono móvil, Apps, que cubren esta función de forma ágil. Además ya incorporan un sistema de tipificación de gastos que le servirá para los conceptos que presentaremos más adelante en el blog. Fintonic, Wallet u otras pueden realizar la función de registro que queremos. No hace falta que sean aplicaciones complejas o caras, una libretita y un lápiz de toda la vida también servirían. La ventaja de estas aplicaciones es que allí donde estemos, o donde gastemos, podemos apuntar el concepto y el importe asegurándonos que no se nos “escapa” del control que queremos imponer. Debemos registrarlo TODO, es importante. Se sorprenderían del dinero que se gasta en las máquinas de refrescos o el dinero que se va en cafés en los bares. Si no le gusta pagar con tarjeta de crédito o débito le sugería que se lo repiense, es la mejor manera de asegurase un buen control. Pague todo lo que pueda con tarjeta (además igual acumulará puntos para regalos). Evite las extracciones masivas de dinero en los cajeros; tenga sólo un cash sustancial en la cartera para casos de necesidad. Los nuevos sistemas de pago electrónico con el móvil además harán todavía más fácil este registro así que tarde o temprano todos nos desprenderemos poco a poco del uso de papel timbrado y las monedas ordinarias. Lo importante es tener un registro fácil de nuestros gastos que nos genere el menor esfuerzo posible contabilizar. Los hábitos tediosos son los últimos que se incorporan y a menudo nos quedamos en el intento. Si pagamos un 90% de nuestros gastos con tarjeta y tenemos domiciliados varios recibos en la misma cuenta, con sólo una extracción de datos podemos tener todos los gastos del mes. Esta facilidad nos garantizará un buen control periódico.

El primer objetivo que debemos perseguir a un año vista es poder decir con una precisión de más/menos 1% cuales han sido nuestros ingresos y gastos con sólo una consulta. Igual les parecerá raro, pero si les pregunto cuanto pesan seguramente muchos de ustedes me dirán su peso con 0,5kg de precisión. La mejor forma de controlar el peso es pesarse regularmente, contar o medir su masa. ¿Por qué no lo hacemos con nuestras finanzas? La única respuesta que he encontrado a lo largo de los años es porque si una está obeso se ve, no puede aparentar estar delgado si pesa 130kg. Si un individuo ingresa 20.000€ y se endeuda, puede aparentar a corto plazo cobrar 40.000€, es un parámetro menos honesto y transparente. La gente prefiere endeudarse para aparentar un modus vivendi distinto que contabilizar y poner soluciones como hacen con su peso las personas que se cuidan. Paradojas culturales como les decía. Cuando ustedes sean capaces de decirle a su pareja: “este año hemos ingresado 44.120€ y hemos gastado 43.450€” con un 1% de precisión (son 434,5€ la tolerancia de la que estamos hablando, que no es poco), estarán preparados para continuar avanzando en su plan de crecimiento financiero.

Recuerden, deben contar para empezar a existir financieramente.

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